Cuenta la leyenda que el héroe Heracles, hijo de Zeus y Alcmena, se acercó a la Iberia para robar los bueyes de Gerión. Gerión era un monstruoso gigante antropomorfo con tres cuerpos y tres cabezas, hijo de Crisaor y Calírroe. Estaba intentado poseer a la bella ninfa Pyrene, cuyos cantos y bailes eran el delirio de cualquier hombre.
Pyrene huyó y se escondió en una zona repleta de bellos y gigantescos bosques. Gerión desesperado de buscar a Pyrene, decidió provocar un inmenso incendio para encontrarla. La ninfa se vio rodeada por las inmensas llamas y desesperada empezó a derramar grandes lágrimas.
Heracles la oyó y acudió en su auxilio, pero nada pudo hacer, la ninfa estaba moribunda y solamente tuvo tiempo para conocer lo sucedido. El héroe, perturbado por todo lo sucedido, levantó un gran panteón sobre su cuerpo. Así dio nacimiento a gran parte de la cordillera que hoy conocemos como Pirineos.
De las grietas de las rocas empezaron a brotar las lágrimas de Pyrene, formando a su paso centenares de ibones hermosos y cristalinos. Aparecieron grandes praderas y los bosques crecieron de nuevo. El Pirineo se convirtió en el precioso jardín que ahora conocemos y, lo más importante, todo empezó de nuevo a llenarse de alegría.
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