Para disfrutar como es debido de la Transvulcania y de la Isla Bonita, me desplazo unos días antes, durante los que, junto a mi padre, recorreremos la isla. Además de hacer los últimos entrenos y vivir bien de cerca el Kilometro Vertical. Destacar que esta isla es la que cuenta con un mayor número de erupciones históricas registradas, además de ser la isla donde tuvo lugar la penúltima manifestación volcánica. La isla es preciosa, con grandes contrastes. Desde los desérticos volcanes más recientes, hasta las zonas de laurisilva, pasando por las grandes extensiones de pinares o, por supuesto, las plantaciones de plátano y viña. Las erupciones, congeladas por el paso del tiempo, parecen moverse, como si la erupción hubiera ocurrido apenas hace unas horas. Estar en La Palma es como estar en un sueño, recorriendo la isla te das cuenta que tiene vida propia. Su magia te envuelve y te enamora.
Llega el sábado, día de la carrera, cientos de corredores nos encontramos en la Estación de Guaguas de Los Llanos de Aridane para coger las distintas guaguas (autobuses) que nos llevan a la salida, ubicada en el mítico Faro de Fuencaliente. Impresionante movilización de servicios y personal la que conlleva la organización de este evento. A penas son las 5h de la madrugada, pero el ambientazo es abrumador. A pocos minutos para las 6h de la mañana todos los corredores nos encontramos agrupados a punto de tomar la salida. Los nervios se palpan en la mirada de los corredores, esto está a punto de empezar. Una emotiva representación aborigen es el preludio de la salida más espectacular.
“Siente la fuerza, la valentía y la determinación de un Ahuwwara que tiene que vencer a Iruene, dios de la maldad. Que en el día de hoy jugara contigo y te pondrá mil y un obstáculos para conquistar el lugar divino: la cima del Roque de los Muchachos. Allí arriba rendirás culto y te encomendaras a Abora, el dios del sol. Que te dará fuerzas y te guiará para seguir tu senda por los doce cantones de la isla: Aceró, Tijarafe, Tegalgen, Tagaragre, Adeyahamen, Tenagua, Tedote, Tigalate, Ahenguareme, Tamanca, Tihuya y el último cantón, Aridane. El final de tu recorrido, la ansiada meta, lugar donde conseguirás tu preciado premio: gravar tu nombre en piedra en esta novena edición de Transvulcania ¡Bienvenidos a Trasnvulcania! ¡Welcome to Trasnvulcania! ¡Aboriginal race!”
¡Partimos, con la piel de gallina! Desde fuera la espectacular serpiente luminosa es fascinante. Desde dentro, también, pero hay que sabérsela tomar con calma. Es un pequeño caos, todo el mundo quiere tomar la mejor posición, pero hay que pensar que quedan 74 kilómetros por delante. Aunque sí que es cierto, que el salir muy atrás, puede hacerte llegar fuera de control en el Pilar. Aun así, el tapón es inevitable y la pérdida de tiempo también.
La serpiente de luces avanza camino del Teneguía, el volcán más reciente de las Islas Canarias, que reventó el 26 de octubre del año 1971 formando el paisaje más joven de España. El recorrido sigue camino de Los Canarios, pero antes, deberemos remontar el Volcán de San Antonio, del que destaca su impresionante cráter circular. Alcanzamos Los Canarios (km 7.03), pueblo conocido por la gran recepción que ofrecen sus habitantes a los atletas. A pesar de ser primera hora de la mañana, en las calles no cabe ni una aguja. Cientos de personas animando. Un buen momento para impregnarse de energía.
Tras superar la villa, ya se permite el uso de bastones, terminantemente prohibido en los primeros kilómetros de carrera. Así que es un buen momento para sacarlos de la mochila y contar con dos nuevos puntos de apoyo en el continuo ascenso hacía las Deseadas. Ver amanecer, en este punto, entre volcanes, es fantástico. El sendero, formado principalmente por arena volcánica se me hace muy cómodo. Además es un disfrute continuo, con el mar a tus pies y el Teide asomando la cabeza de entre el mar de nubes que se empieza a formar. He venido a Transvulcania con apenas un mes de entrenamiento, tras estar parado tres meses por una lesión, así que avanzo con la incógnita de cómo responderá el tobillo.
Tras superar el control de las Deseadas (km 16.48) y después de un ligero ascenso, inicia el espectacular descenso hasta el Pilar. En este punto nos empezaran a adelantar los atletas más veloces de la Media Maratón, que comparte recorrido con los primeros kilómetros de la ultra, pero inician su carrera 1h después de la ultra. Alcanzamos el Pilar (km 24.28), otro punto con un gran ambiente. Aprovecho para guardar el frontal en la mochila y repongo rápidamente en el avituallamiento. Acto seguido parto hacia el Reventón.
Al perder altura, nos adentramos en el mar de nubes, que en algunos puntos nos redujo la visibilidad hasta unos escasos 10 metros. Pero el camino, que circula por una pista, no tiene perdida. Casi se agradece unas horas sin sol. Sin grandes dificultades alcancé el avituallamiento del Reventón (km 31.06). Aquí hay que cargar bien las reservas hídricas, se acerca un tramo muy duro y muy largo sin asistencia. Aunque existe un punto médico durante el trazado en el Refugio situado en la Punta de los Muchachos. Volvemos a ganar altura. Poco después de superar el Pico de la Oveja el sol se abre camino. A nuestros pies, queda un inmenso mar de nubes. Por debajo de las nubes, se esconde la caldera de Taburiente, que no se dejará ver en todo el día. La temperatura se dispara y el calor es tremendo. Al mismo tiempo, las vistas son sobrecogedoras. Con acantilados de hasta 2.000m de caída libre en ambas vertientes. Uno no puede evitar enamorarse de tal paisaje.
Tras unos kilómetros agotadores, pero aún con energía, alcanzo el Pico de la Nieve (km 42.26). Me pongo las botas en el avituallamiento y me hecho agua por la cabeza, estoy acalorado. Seguimos ganando altura, dirección del Pico de la Cruz. El Roque de los Muchachos se ve muy cerca, pero es engañoso, falta mucho. Tras un duro ascenso, que se le atraganta a más de uno, el cresteo se convierte en un sube y baja constante. Llego al Pico de la Cruz (km 47.40) cansado, las energías empiezan a flaquear.
Tras avituallar brevemente y con desgana, sigo hacía el Roque de los Muchachos. Cuatro kilómetros eternos, en los que nunca llegas. Las espectaculares vistas engañan la mente y te hacen seguir en carrera. Además numerosos grupos animan por esta cresta final, unos ánimos y golpecitos a la espalda que me vienen muy bien en este momento de bajón. La verdad es que estoy inmensamente agradecido al pueblo palmero. Mi cabeza sueña con el plato de pasta que me espera en el Roque y los minutos de relax que tengo intención de disfrutar.
Llego al Roque (km 51.82), animado por un montón de gente que se aglomera en esta subida final y cojo con gran placer un buen plato de pasta. Hace viento y no apetece quedarse mucho rato parado. Aprovecho para mirar el teléfono, donde veo un montón de mensajes de ánimo de familiares y amigos ¡Vamos hacia delante! Salgo del Roque, andando, voy cansado. El famoso descenso, en una primera parte, realmente es un sube y baja constante. Pasados unos kilómetros inicia el verdadero descenso, por un bosque verdaderamente salvaje. Bajo muy tranquilo, no quiero forzar el tobillo en exceso y tampoco tengo piernas para más. La primera pala me la tomo tan relajadamente, que finalmente tendré que apretar para superar el corte de tiempo del Time (km 61.90), al que llegaré con un buen margen de tiempo, al parecer me he liado de hora de corte.
En este punto debo iniciar otro "rápido" descenso, con unas piernas que ya vienen muy castigadas. En la parte final, con una zona de asfalto, apretaré el ritmo. Bajar tantos kilómetros reteniendo se hace muy duro. Poco antes de llegar al espectacular descenso del Puerto de Tazacorte me cruzo con un amigo que está haciendo la maratón. Como la ultra coincide en la parte final con la maratón, es frecuente adelantar atletas de esta modalidad. Hablamos lo justo, ya que en esta ocasión el corte que me preocupa es el de Tazacorte y no puedo demorarme en exceso.
Tras un impresionante descenso, alcanzo el Puerto de Tazacorte (km 69.68). No tengo ni hambre, ni sed, pero hay que reponer sí o sí. Cansado parto hacia los Llanos de Aridane (km 74.33). Acostumbrado a ir en coche durante la semana, tengo la impresión de que está muy lejos. Por lo que avanzo muy lento. Cuál es mi sorpresa, cuando llego a Los Llanos, mucho más cerca de lo que esperaba. Así que me dispongo a darlo todos en esos últimos 2km. Unos metros que saben a gloria, personas animándote por todos los sitios, los más pequeños te chocan la mano, te ven como un héroe, es una pasada. Son unos momentos muy especiales. El público te lleva en volandas hasta meta. Los últimos metros son muy emotivos, a través de la alfombra naranja, con un pasillo repleto de gente. No hay dolor, no hay sufrimiento, solo alegría y satisfacción ¡Gracias palmeros!
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